Fueron 38 años de espera, de abstinencia de
gloria, de títulos, de alegrías. Fueron 38 años de un grito contenido en las
gargantas acereras, un tumor que se alojó en el alma de Talcahuano y no quería
ser extirpado.
El
titulo volvió al puerto de la región del Bio Bio, y no podía ser de otra forma.
Se gestó con angustia, con paciencia, con el sudor y con el sacrificio que
involucra volver a tocar el cielo con las manos después de casi cuatro décadas.
Para conocer el verdadero saber de la victoria hay que haber bebido el
verdadero sabor del fracaso.
La
final fue una catarsis, una manda colectiva que suscribieron aquellos que han vivido lo indecible en Talcahuano. Fueron 90 minutos y doce penales de
sufrimiento bien ganado, una estadía temporal en el infierno antes de llegar al
cielo. Una prueba de fe, un guión de película gringa.
En
el rectángulo verde, se produjo un partido intenso, con mucho nervio eso sí, un
equipo que quería aguantar el hambre contenida por años de un rival herido por
una diferencia merecida de 2 goles de luz para los de Santa Laura, pero que
sorprendentemente nunca dejó de creer. Huachipato decidió apretar arriba,
ahogar a la Unión Española que vio como Mauro Diaz cedió a la presión de la
instancia, como Emilio Hernández decidió demostrar porque se fue de Universidad
de Chile y como Braulio Leal durante el
paso del clausura perdió toda fineza con el balón y despliegue en el campo de
juego. Los acereros nunca mostraron mas que ganas y orden, muchas ganas y mucho
orden, levantaron la pelota cuantas veces pudieron en búsqueda de Brian
Rodríguez, poblaron la mitad del campo y hasta que el físico los acompañó,
también el campo ajeno. Empezaron a ganar los duelos por las bandas y Daniel
Gonzalez atinó dos certeros goles que dejaron a los hispanos con toda la
presión. El DT fue fundamental en este punto, el "Chuky" no era
titular en el equipo, pero Pellicer entendió que la falta de Villagra era
demasiado castigo para la Española, a la ausencia de un mordedor en el medio, el técnico
de la usina apostó a que la incorporación de un volante creativo le iba a
proporcionar a lo menos un par de pelotas de riesgo, además de un buen remate
de distancia.