jueves, 24 de enero de 2013

Los milagros del fútbol.


La historia cuenta que el 25 de Junio del año 1978 en el Monumental de River Plate, la selección Argentina de fútbol derrotaba a su similar de Holanda en la final del campeonato mundial y se consagraría como la mejor selección del orbe.

                Mucho se escribió y mucho se sigue hablando sobre ese equipo, los que pasaron a nuestros anales fueron figuras de la talla de Daniel Pasarella, el Matador Kempes, el tolo Gallegos o Ubaldo Fillol, entre otros.

                Aquellos que estuvieron ese día invernal en la cancha de la banda sangra dirán que vieron al mismo tiempo un milagro, de esos que se pueden apreciar un par de veces en la vida. Cuando es colectivo, incluso da para formar una secta. El milagro fue cuando en el minuto ´90 con un empate 1-1 en el marcador, Holanda estrelló un balón en el poste, mientras un desesperado Fillol intentaba hacer rebotar la pelota con lo que fuera. La historia es conocida,  el esférico no entró, Argentina pudo llegar al alargue y ganó 3-1 el partido en el tiempo extra.

                El tema es que los milagros no son tan masivos, o no son tan perceptibles para los ojos humanos, ya que vamos por la vida mirando y no observando.

lunes, 14 de enero de 2013

La pasión externalizada.


Hace unos días, al salir del estacionamiento del condominio donde vivo, noté que habían 3 niños jugando fútbol, con un par de arcos imaginarios, una pelota a medio inflar y muchas ganas corrían y corrían a la vez que soñaban ser profesionales.

                Al mismo tiempo que veía esta escena, recordaba los tiempos en que con mis compañeros de colegio, en esas interminables pichangas de recreo, armábamos equipos que duraban toda la semana y en donde cada día era un partido (el que ganaba más partidos, se quedaba con el triunfo semanal). A mi memoria, llegó también, el recuerdo de esos partidos de verano que todos los días tenía en el ex gimnasio municipal de Macul (hoy edificio municipal), allí fantaseaba con la posibilidad de trasformar la cancha de cemento de la Av. Quilín, por la de pasto del estadio Nacional.

                Pero regresemos a los niños que están jugando en el estacionamiento, por un momento me quedo mirándolos y sonriendo a la vez que mi imaginación se va al pasado, después de eso empiezo a caminar para volver a mi casa, en ese instante escucho algo que llamó poderosamente mi atención.

                Uno de los niños, el que jugaba al arco, las oficiaba de narrador de este ficticio encuentro, cuando sus amigos agarraban la pelota gritaba: "La tiene Cristiano, sigue Cristiano, se la toca a Neymar (el más morocho de los tres)" cuando el intervenía, decía: "Ahora la tiene Messi, va con todo Messi" .

                La escena, aunque esperable, me dejó bastante preocupado, ¿Qué está pasando con nuestros futbolistas? ¿Por qué en vez de creer ser Messi o CR7, los niños no hablan de Alexis o Matías? Hace unos 20 años atrás mi primer ídolo fue Mariano Puyol, el tipo era lo máximo para mí, a pesar de verlo en el ocaso de su carrera. El capitán azul en el inicio de la década de los ´90 era un símbolo, un ejemplo a seguir.  Luego fueron Marcelo Jara, Marcelo Salas y tantos otros, pero nunca pensaba en llamarme Romario o Batistuta mientras entregaba todo dentro de una cancha imaginaria. Menos hubiese estado con una polera del Barcelona, Real Madrid o Manchester United, como si lo hacían los niños del edificio. En mi caso, si me sacaba la azul era solamente para ponerme la roja de la selección.

                Nuestros niños hoy en día, no sólo menosprecian a los jugadores chilenos, sino que además no son hinchas de nuestros equipos. Para la navidad piden camisetas azulgranas con un 10 en la espalda o merengues con un 7. Señalan que el club de sus amores es uno que está a más de 10.000 Km de distancia, en otro país, otro continente y otra cultura. Nunca lo han visto en un estadio.

                Siempre he creído y he sentido que el fútbol es sólo un reflejo más de lo que pasa en la sociedad, y es así como este sistema de "la excelencia" , que fomenta que todos busquemos el famoso éxito, que despreciemos el fracaso y le tengamos fobia al sufrimiento, se ve en nuestra relación con los equipos nacionales, fría y distante, que nadie lo note, que nadie lo sepa.

                 Pero ser fanático de un escudo es todo lo contrario, ser de verdad seguidor de un equipo es completamente distinto, es estar dispuesto a pasar más penas que alegrías, a saborear la derrota cien veces antes de poder tener el gusto de la victoria. Sentirse orgulloso de los colores sin importar el lugar al final del año.

                Entonces, ¿Como poder juzgar a esos niños?, que ven por televisión abierta la Champions League con canchas de primer nivel, estadios llenos y lindos, jugadores de elite, grandes partidos. Pero que si quieren ver nuestro pobre, fome y muy mal organizado fútbol tienen que pagar una señal "Premium". El fútbol europeo, ese mismo fútbol, que representa el éxito, la seriedad, y la elegancia, es lo que ellos quieren ser, es lo que quieren vivir, es lo que la sociedad y el modelo les enseñaron que tienen que admirar. Lo nuestro, eso que se juega cada fin semana en canchas pobres y con pocas personas en las tribunas, es el fracaso, son los flojos, son la vergüenza, lo que tenemos que evitar. Lo que nadie quiere ser. ¿Para qué pasar pellejerias con la "U", Colo-Colo o la UC?, ¿Para qué ir a estos estadios tan incómodos?, ¿Para qué soñar con ser Alexis si puedo ser Messi?

                Hace varios años, tomamos la decisión de externalizar todo en nuestro país, salud, carreteras, educación, vivienda y hasta transporte público, lo desarrollan y ejecutan los privados. Incluso llegamos al punto de externalizar la pasión. De eliminar lo feo de ser un hincha que se aguanta perder y nació el hincha "ganador" el que no tiene una relación afectiva que lo obliga a quedarse con sus colores, sino que busca al mejor. Hoy es del Barcelona, ayer del Chelsea y mañana, del mejor postor.

                A ratos parece que la idea es volver más insoportable la experiencia del hincha del club nacional, el espectáculo es cada día peor, los dirigentes son malos, la organización es pésima, la comodidad en los estadios es de clase "B" y ahora además hay una campaña del terror para no pisar más un recinto deportivo. Con esto gana el CDF y el cable operador que nos trae las "Liga DE LAS ESTRELLAS"  a la comodidad del hogar. Todos ganan.

                Hago este llamado, a través de un ejemplo concreto y directo, no para denunciar sino que para demandar: podemos ser mejores, podemos entregar mejores ejemplos desde el fútbol. Encariñarnos con nuestro país y su gente y dejar, por un rato aunque sea, de mirar para afuera.

                Bielsa, dijo una vez "el éxito y la felicidad no funcionan siempre como sinónimos" . Si volvemos a ser felices amando y no sólo ganado. En ese preciso momento, en ese hermoso momento, abremos recuperado el amor y la pasión por nuestro fútbol.

foto:http://www.gq.com.mx/articulos/la-pasion-de-los-hinchas/996

martes, 8 de enero de 2013

GOL!


"Los goles son como los bebes, son todos lindos" La frase es repetida, se la he escuchado a cuanto goleador de moda a estado por el orbe. En especial recuerdo cuando la dijo el gran Toro Vieri.

                Independiente de los gustos, se entenderá que no todos los goles son esencialmente bonitos,  de hecho, se les podría separar por su significado más que por su ejecución. En la memoria colectiva quedan y quedarán por siempre aquellos que equivalen alguna hazaña deportiva importante.

                Goles hay muchos, y de todos los tipos. Existen los goles de rebote, esos que le pertenecen a los conocidos "laucheros" , que tuvieron como máximo exponente histórico al gran Filippo Inzaghi, quien transformó la ubicación en su arma letal.  El espigado delantero italiano se dio maña incluso de hacer un gol en el mundial del 2006 en donde la squadra azzurra se quedó con su cuarto título planetario. Este tipo de diana es la que más se desprecia, no se reconoce mucho y su ejecutante es mirado en menos.