martes, 28 de mayo de 2013

En el nombre del padre.


Nantes, 17 de Junio de 1998.
           
            La estirada del arquero camerunés, Jaques Songoo, es estéril no importan sus 182 cm ni su rechazo de un metro, no llegará a un balón que se colará por el ángulo izquierdo de su arco. Tampoco podrán, los 5 de verde que se unen en torno a un muro humano, evitar que la pelota los burle por arriba de su humanidad, ni siquiera, al tener en cuenta que la suma de su estatura con su rechazo da más que los 2,44 mts que tiene la portería como altura. Ya está todo definido, el joven que lanzó una caricia con el guante que tiene en el botín izquierdo corre a celebrar su tanto, mira, apunta y habla hacía el cielo. Sólo Dios sabe si lo escucharon.

Coquimbo, 9 de Julio de 2005.

            Un estadio lleno, lleno de esperanzas, de ansias, nerviosismo y pasión que se emplaza en el centro del puerto pirata.  Allí ante la mirada atónita de los locales, un hombre se vuelve a enfrentar a su destino. Desde el punto penal cumple con una promesa y lo festeja corriendo emocionado rumbo desconocido, vuelve a mirar al cielo, vuelve a apuntar al cielo, algo le dice al cielo. Sólo Dios sabe lo que eran esas frases.


Santiago, 26 de Mayo de 2013.

            Ya no juega, pero lidera a un equipo que creyó en él hasta las últimas consecuencias. Luego de 17 fechas de intenso campeonato y de 4 meses de lucha, su convicción lo lleva a levantarse después de un mazazo recibido en el puerto de Talcahuano. Cuando la lógica invitaba a cuestionarse hasta la forma de caminar, el siguió su camino con la porfía de quien está seguro de lo que hace. Terminó abrazando a jóvenes que con suerte lo vieron jugar, luego de eso mira al cielo, le habla a alguien, le apunta a alguien. Sólo Dios sabe si ya, por fin, pagó su deuda.

            El hombre de estas tres historias se llama José Luis Sierra Pando, es el director técnico de Unión Española, el flamante nuevo campeón de nuestro fútbol profesional. Un hombre que siempre se preocupó de aportar desde la tribuna en que le tocó estar. Su destino estuvo marcado a fuego por los colores de su amada Unión Española, hijo de una familia ibérica en donde todos participaban del club de colonia, creció imaginándose en la cancha de la que entendió era su segunda casa: el Estadio Santa Laura.

            Hijo de un hombre que también dedicó gran parte de su vida a la furia roja, sintió siempre el deseo de entregar alegrías a los suyos.  A esa misma gran familia con la que había crecido y compartido tanta pasión en torno a los colores rojo y amarillo.

            Logró estar en el equipo Campeón de la Copa Chile, el mismo que fue la base de los cuartos de final de la Copa Libertadores en 1994. Pero a pesar de tanto logro, José Luis no pudo entregar a la Española un campeonato nacional que extrañaba desde 1977. Incluso, tuvo la complicada misión de hacer uno de los goles con los que Colo-Colo venció a Unión en el clausura 1997, campeonato en que los hispanos bajaron a primera B. Aquella triste tarde de Santa Laura, José Luis se tapó la cara con su camiseta, no quiso mirar a nadie, no se atrevía a ver a los ojos a los que lo habían observado crecer en esos mismos pastos, tuvo que ser el verdugo de una parte de su propia vida y hasta en eso fue profesional. Mientras el equipo donde jugaba era campeón, el amor de su vida descendía por primera vez en la historia.

            La historia de José Luis es la de muchos hinchas rojos, que nacieron en una familia ligada a este equipo que se volvió grande y gigante en nuestro país. La historia del Coto es la de tantos fervientes que lo perdonaron en Santa Laura el ´97, como un padre que perdona a un hijo, y lo enaltecieron a la calidad de ídolo el 2005. Pero no sólo eso, ya que este domingo por primera vez pudieron gritar campeón en su propio estadio, el mas antiguo de nuestro fútbol, una verdadera catedral emplazada en el casco histórico de la ciudad. Ahí mismo, pero sin una polera roja, sino que como guía y una especie de padre, José Luis, el Coto, se inmortalizó y celebró la séptima corona de la Unión. Una corona con sabor a convicción porque nunca extravió su brújula ni siquiera cuando perdió con O´Higgins ni cuando cayó en La Calera ni cuando se le fue el titulo en el último suspiro en el CAP. Mantuvo la bandera al tope y prefirió morir con las botas puestas y el balón bien jugado al pie. Como todos en la vida debió soportar múltiples pruebas para obtener unos pocos momentos de felicidad, ahora disfruta de uno, uno mágico como aquel en Francia ó el de Coquimbo, en ambos se acordó de su difunto padre, el que le enseñó el camino que siguió toda su vida, al que no quiso mirar cuando debió sentenciar a irse a los potreros a la Unión que le pertenece a los dos. Ahora ya más maduro, José Luis pagó todas sus deudas, fue campeón como jugador y como entrenador, le entregó su vida profesional a su equipo y se creó un nombre propio en la institución.  Ahora ya más sereno, José Luis mira al cielo y no llora, sólo sonríe, porque entiende que en el paraíso hispano, donde ya están sentados el Nino Landa y Julio Martínez, tiene su lugar ganado: a la derecha del padre, su padre.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Final fotográfico.


Unión Española y Universidad Católica llegan a la última fecha del torneo transición 2013 con la opción de ser campeón, son los únicos que tienen ese privilegio ya que matemáticamente el resto ya no les puede alcanzar.

            Todo lo que acabo de escribir no es misterio para nadie, tampoco lo es que por esas cosas que tiene nuestro fútbol el reglamento indica que existen 8 factores para dirimir una posición en caso de empate en puntos, en ninguno de ellos se considera la opción de partido definitorio. Así las cosas es probable que el campeón del torneo chileno se defina por la diferencia de gol o los goles convertidos.  En caso extremo será por sorteo. Si, por sorteo.