lunes, 8 de julio de 2013

Porque no tenemos nada...


La frase corresponde a una que supuestamente dijo Carlos Dittborn en Lisboa por allá en el lejano 1956, clave, en teoría, para conseguir la sede de la Copa del Mundo en 1962.  El tiempo dirá que la famosa cita nunca existió.

            Pero en fin, a 100 años de la creación de nuestra Federación de Fútbol y en más de 80 años de campeonato nacionnal nunca una frase a catalogado tan certeramente la realidad de nuestro deporte, es que de verdad no tenemos algo Mejor dicho, no hemos ganado algo.

            Pero el problema en si no es no ganar algo, fracasar es parte de la vida y más aún del fútbol, pero no aprender de las caídas si es un problema, llenar nuestra cabeza de humo y el corazón de ilusiones debería ser lo mas cercano a una tortura. Y ya llevamos un siglo torturándonos.

            Ayer domingo volvimos a caer en una Copa del Mundo. La sub 20 de Mario Salas no pudo superar los cuartos de final del torneo planetario, cayó como han caído muchas selecciones nacionales pensando en el “hacer historia”, en que “no le tememos a nadie”, asegurando que “podemos hacer algo grande”. Y ahí quedamos en medio de dos jugadores vestidos de rojo que no se ponen de acuerdo en como despejar una pelota mientras el balón pasa por el medio de los dos y se mete dentro del arco dando botes burlones. Terminando con la historia que se iba a escribir pero que nunca se publicó. 

            Esta película la hemos visto muchas veces, con distintos escenarios y contra múltiples rivales, a ratos el error cometido es otro en particular pero en general la soberbia y  poca memoria nos pasan la cuenta. Cada vez que una selección empieza a tener un buen camino en una competencia suenan las voces que ya hablan de “la mejor de la historia”, sea el nivel que sea. En los equipos no hay mucha diferencia, Colo-Colo ´73 y el Ballet Azul son comparados continuamente como si la meta común fuera superar sus hazañas y no complementarlas con otras. Egoísmo puro.

            Han desfilado generaciones de jugadores criollos que creen sabérselas todas, que efectivamente se sienten los mejores de la historia y que no necesitan aprender más. “Esta vez será distinto porque estoy yo” y no son capaces de ver los errores que se han cometido en el pasado e intentar ganar algo por fin.

            Lo que pasó en Estambul me recordó a lo que sucedió en Canadá 6 años antes con otra generación que aseguraba ser la mejor de la historia y que juraba que la iba a reescribir pero terminó goleada por Argentina y con jugadores envueltos en un escandalo. O podemos echar el calendario un poco mas atrás en las olimpiadas de Sydney ahí en los últimos 5 minutos  Camerún nos dio vuelta una semifinal que parecía cerrada. O el gol del Vastic en el último suspiro en Francia ´98.

            Y así siempre pasa algo, que un penal, que un robo arbitral, que la mala suerte, que la expulsión, que el palo o simplemente el pelotudo que se corta la frente en el Maracaná ante 150.000 testigos…
           
Escribo con amargura acumulada en 27 años de fracasos,  espero de verdad que aprendamos de esta derrota, que podamos sacar conclusiones positivas que nos lleven (al fin) a ganar algo. No  hablo de levantar copas a cada rato pero por último de vez en cuando. Esta generación tiene la oportunidad de mejorar nuestra realidad futbolística pero si Melo se cree mejor que el Sapito, si Lichnovsky  o Robles piensan que son mejores que Don Elías o Quintano, si Martínez o Fuentes apuestan que están al mismo nivel de Jorge Toro o Eladio Rojas, o si Ángelo o Castillo juran que son mas que Salas, Zamorano, Caszely o Leonel. Si eso vuelve ocurrir mejor cerramos el boliche, hacemos un parque en el Nacional, le regalamos Quilín entero a alguna escuelita, Pinto Durán lo volvemos un museo a la porfía y no seguimos sufriendo, porque no tenemos nada y así seguiremos sin tener algo. 

viernes, 5 de julio de 2013

Quiero volver a llorar don Gustavo

Ya han pasado 16 años desde aquel día en que encerrado en la pieza de mis padres, escuchaba en una radio reloj como Colo Colo caía en penales contra Cruzeiro por la semifinal de la libertadores. Almohada en la cabeza, la cara enterrada en el colchón y una pena infinita. 

A mis 14 años,  ya había visto a Colo Colo tri campeón y lo había visto ganar una libertadores, pero como un niño. El 91 con 8 años uno sabía que Colo Colo ganaba, pero el fútbol no se veía igual. A los 14 ya me sentía un erudito. Si bien no podía ver todos los partidos, la radio y la revista Triunfo del día Lunes (por la que sacrificaba mi colación) eran mis mayores aliados. Recuerdo de esa campaña la larga vuelta del colegio a la casa, escuchando en el personal estéreo los partidos contra los venezolanos, en tiempos en que para aprovechar el viaje, jugabas contra los dos equipos extranjeros Martes y Jueves de la misma semana. Los cuartos de final contra la católica que también tenía un equipazo con un Beto Acosta tremendo, y finalmente aquella maldita semifinal. 

A esas alturas, Cruzeiro era un viejo conocido. El 92 en Kobe les habíamos ganado la Recopa y el 96 nos habían goleado en la Super Copa, con ese  4-0 en el Monumental el día de mi cumpleaños. Ese 4-0 fue especialmente doloroso, pues era mi primera vez en el monumental. Recuerdo claramente el infortunio de Arbiza y a Dida tapando cuanto tiro del Coto intentaba llegar al ángulo. La larga caminata a la salida para poder tomar locomoción solo le añadió dolor a la noche.  Por esta razón el cruce del 97 era la oportunidad perfecta para la revancha, era el tercer año de Benítez y la base del equipo funcionaba como reloj, todo lo que soñaba era ganar esa llave. El partido de ida fue ingrato, el error de Marcelo Ramirez permitió a Cruzeiro ganar por un escuálido 1-0, pero todos teníamos fe de que la revancha sería otra cosa.  Lamentablemente mi familia no era muy futbolera y mi viejo no era colo colino, por lo que tuve que prepararme para escuchar el partido en casa.   Todo lo que recuerdo es que fueron 90 minutos de tensión absoluta. Llegamos a estar 3-1 arriba, pero poco nos duró la ventaja. El marcador final fue de 3-2 lo que nos llevó a penales.  Durante el partido Ivo Basay había convertido 2 tiros desde los 12 pasos, lamentablemente la tercera vez erraría, lo propio Espina. Dos de los referentes fallaban y el sueño de la libertadores se escapaba al mismo tiempo que lo hacían un par de lágrimas  de mis ojos.  La pena fue infinita, pero las alegrías que nos llevaron a esa definición valen el riesgo de sufrir. 

Don Gustavo, bienvenido de vuelta, por favor denos nuevamente la oportunidad de sufrir así, de sufrir una eliminación peleando en Belo Horizonte, de perder una semi de Super Copa contra Sao Paulo. Pero tómese su tiempo,  tiene todo el crédito del mundo para gastarlo, aunque la 30 se demore, aunque la contra gane, vuelva a armar un equipo que nos haga sufrir por la copa de verdad...