jueves, 24 de enero de 2013

Los milagros del fútbol.


La historia cuenta que el 25 de Junio del año 1978 en el Monumental de River Plate, la selección Argentina de fútbol derrotaba a su similar de Holanda en la final del campeonato mundial y se consagraría como la mejor selección del orbe.

                Mucho se escribió y mucho se sigue hablando sobre ese equipo, los que pasaron a nuestros anales fueron figuras de la talla de Daniel Pasarella, el Matador Kempes, el tolo Gallegos o Ubaldo Fillol, entre otros.

                Aquellos que estuvieron ese día invernal en la cancha de la banda sangra dirán que vieron al mismo tiempo un milagro, de esos que se pueden apreciar un par de veces en la vida. Cuando es colectivo, incluso da para formar una secta. El milagro fue cuando en el minuto ´90 con un empate 1-1 en el marcador, Holanda estrelló un balón en el poste, mientras un desesperado Fillol intentaba hacer rebotar la pelota con lo que fuera. La historia es conocida,  el esférico no entró, Argentina pudo llegar al alargue y ganó 3-1 el partido en el tiempo extra.

                El tema es que los milagros no son tan masivos, o no son tan perceptibles para los ojos humanos, ya que vamos por la vida mirando y no observando.

                Pero existe un momento en que somos capaces de observar nuestro alrededor y captar los milagros diarios que nos regala la vida, así fue como Ricardo Alfieri, fotógrafo de profesión, decidió abstraerse de la algarabía que significaba la primera estrella grande de la albiceleste, y capturó para siempre una imagen que simboliza lo que entrega el fútbol. En la foto que ud puede ver en este artículo un joven sin brazos corre a abrazar al mismo tiempo a Ubaldo Fillol y Alberto Tarantini, la pasión y felicidad del momento hizo a Victor Dell´Aquila (protagonista de la foto) olvidar por un segundo el destino que tenía marcado, ese que habla de imposibles y limitaciones y aunque no logró abrazar a sus compatriotas con sus dos brazos, si puedo hacer de una forma mas significativa, con el alma, y ese es el nombre de esta fotografía , "El abrazo del alma".

                Han pasado más de 34 años desde aquel día de gloria para él fútbol trasandino, y sin dudas muchos milagros que pasaron por nuestros ojos sin darnos cuenta, y yo a mis 26 años, caminaba por la vida con la cabeza gacha, mirando sin observar omitiendo la gracia del día a día. Hasta que se produjo un hecho que me motivó a escribirles.

                El día sábado 19 de Enero, participé de un campeonato organizado por la fundación "Ganamos todos" presidida por Harold Mayne-Nicholls. En el evento tuve la oportunidad de arbitrar un partido entre dos equipos compuestos por jugadores ciegos.

                La experiencia era única para mí, y la verdad, no estaba preparado para tomar un desafío tan hermoso como ese. En la cancha central del estadio Nacional, con el tablero marcador en mi espalda, viví un momento que quedará marcado a fuego en mi memoria.

                Cuando promediaba el primer tiempo, atacando de sur a norte,un muchacho agarró el balón que contenía sonajas en su interior, pegado al lado derecho de la cancha de futbolito (se habían creado 6 dentro del gramado del histórico "Julio Martínez Pradanos") y sin levantar la cabeza (gesto tan automático que tenemos los videntes) lanzó un pase cruzado. Hasta ahí un pelotazo sin mayor trascendencia, hasta que reparé en un detalle: el lanzador le pego a la bola de tal manera que esta se fue dando saltos como si hubiese hecho un "sapito" con una piedra en un lago, a la vez que gritaba un nombre que no alcancé a diferenciar.

                Pero eso no era todo, cuando me deje de preocupar del sonido de la pelota, vi que de derecha a izquierda el delantero del equipo que atacaba hacía una diagonal increíble, fue capaz de interceptar el pase, llegar antes que su marcador (que tenía la ventaja de ser parcialmente vidente) controlar y mandar un zurdazo cruzado, la pelota iba rasante en busca de las mallas rivales, tan colocada que, caprichosamente besó el poste y se fue. El asombro dio paso a un aplauso generalizado de los pocos que tuvimos el honor de ver ese milagro. Sin mirarse, sin ninguna otra referencia que el sonido que emitía el balón, pudieron armar una jugada que es complicada hasta para los que pueden ver. Los dos pudieron superar toda limitación física y por un segundo, un eterno segundo, entregarnos el regalo de la superación personal, un nuevo milagro del fútbol.

                No todos los milagros se ven en el fútbol, pero si está lleno de ellos en este maravilloso sueño que es jugar 11 contra 11 en una cancha de pasto o tierra. Cuando un niño decide viajar en invierno por 2 horas en micro, para ir a entrenar en vez de quedarse cómodo en la casa, es un milagro. Cuando un joven le dice que no a las drogas porque al otro día tiene partido y sabe que tiene que descansar, es un milagro. Cuando un padre deja de tomar para ir a entrenar con su hijo, es un milagro.

                Hoy le quise escribir al fútbol y los milagros que nos entrega, el abrazar sin brazos o armar una jugada sin ver. Este deporte que cuando se practica en forma sana, es capaz de sorprendernos a cada momento. Les escribo para mostrarles a través de dos ejemplos, que fuera de las copas y las sumas vergonzosas de dinero, el fútbol sigue siendo un punto de encuentro social, una forma de vida y una ventana siempre abierta para ser mejores personas.

foto: http://fcruzbello.es/2008/02/el-abrazo-del-alma.html

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