martes, 12 de febrero de 2013

Los capos de provincia.


El despertar no fue sencillo para nadie. Ninguno de los que alguna vez hemos estado alentando a un equipo hasta romper la voz, ninguno que ha llorado de pena o alegría en un estadio,  ninguno que espera que la semana se vaya lo antes posible para disfrutar de un domingo en la cancha, quedó inmune a la noticia.

                Un bus cayó en la cuesta que une Talcahuano con Tomé, se desbarrancó más de 80 metros con 36 pasajeros, todos hinchas de O´Higgins que viajaban hacia Dichato después de presenciar el partido de su equipo contra Huachipato (triunfo 0-2, para los celeste). 16 personas murieron casi instantáneamente, la mayoría eran jóvenes menores a 20 años, todos tenían menos de  40, incluido un bebe de  1 año.

                Los rancagüinos son personas orgullosas de su tierra, aman a su ciudad y la defienden con una pasión desbordada. Rancagua para Chile es la ciudad de un desastre, y Rancagua para los que viven en Rancagua es la ciudad donde habita el motivo de sus mil amores y pesares, O´Higgins. El gran equipo celeste no es otra cosa que el único "Capo de provincia", no tienen títulos, pero es el más capo de los capos.


               El viaje era el mismo que muchos otros viajes, llegar a una ciudad distinta, hacer hora hasta el ingreso al estadio, sufrir (muy pocas veces disfrutar) el partido y volver rápidamente a Rancagua, nada especial. En una atmosfera casi familiar, donde la mayoría había compartido muchas horas sobre algún bus, donde todos habían llorado en la trágica vuelta desde Santiago ese fatídico 2 de Julio del 2012. Sentados en la maquina, había padres, hermanos e hijos. Un matrimonio con sus dos herederos, una pareja de pololos que tenían planes de casarse. Había la historia de una hinchada que va trepando por Chile con la sola misión de alentar.

                El chofer del bus perdió su vida, el lactante que era su hijo, también dejó de existir. No hay culpables en esta tragedia, sólo un grupo de victimas que se queda petrificado viendo la fragilidad de la existencia.

                Este accidente logró una comunión especial entre los hinchas de todo nuestro medio para con los fallecidos en la cuesta caracol, el sábado en el Nacional el minuto de silencio fue relativamente respetado, y las únicas consignas que se escuchaban eran en favor de los hinchas y en contra la intendencia. Una peligrosa sensación de injusticia se instaló en la galería, haciendo entender que el trato y persecución, injustificada a ratos, en contra de las hinchadas ha dejado sus primeros caídos.  Sentimiento equivocado a mi entender, pero si una voz de alerta que debe ser fuerte y clara, la separación entre el hincha y el delincuente urge en nuestro medio. Por un lado la autoridad nacional busca oprimir a todos sin distinción (la salida fácil, sin dudas) y por otro lado, hasta hace poco, los clubes más importantes de nuestro país entregaban entradas gratis a los delincuentes para que pudieran financiar sus negocios y además, un par de buses para traslado. En contraparte los hinchas deben aguantar precios mas altos en las entradas temporada a temporada ,abusos en tiempos de espera (compré un abono para ver a Colo-Colo el 18 de diciembre, la tarjeta estuvo lista recién el viernes 8 de febrero) y un  trato denigrante antes de entrar a un estadio. Los jefes de las mafias no se van en buses para alentar a su equipo, viajan con el plantel en avión, incluso recorren Sudamérica. Los hinchas de verdad deben reducir costos viajando más de los debido en un bus no siempre preparado para viajes largos, muchas veces en una simple micro, en una cuesta peligrosa, terminando con casi la mitad de los pasajeros muertos y una tragedia de proporciones histórica.

                 Pero aun tenemos patria ciudadanos, el presidente de O´Higgins de Rancagua, el señor Ricardo Abumohor, salió rápidamente a aclarar que el club nunca le entregó buses ni recursos a los hinchas. Quería salvar su reputación primero. Las prioridades en nuestro fútbol están poco claras, definitivamente.

                Vuelvo a escribir que en esta tragedia no hay culpables, fue un accidente lamentable, pero accidente al fin y al cabo. Se fueron 16, 16 que pueden irse con la satisfacción de estar en todas las que tiene que estar un hincha orgulloso de su equipo. En las buenas, malas, duras y maduras. Nos demostraron que el verdadero significado de esa manoseada frase "la vida por los colores", es ser parte de un grupo que se trata como familia, y no aquellos que amenazan y destruyen estadios ajenos.

                Ellos seguirán ahí, orgullosos de su ciudad y el celeste de su camiseta, de su historia minera, de la cordillera imponente que adorna la postal de Rancagua. Nunca se apartarán de su O'Higgins, el de su abuelo, el de su padre, el de sus hermanos y el de sus hijos. El que será de ellos toda la eternidad y ahí mismo es donde agitan una bandera gigante en celeste y amarillo, que se confunde con los colores del cielo. Y si te quedas en silencio escucharás un murmullo que nunca se apagará, es suave pero entre risas se distingue claramente "ohi-ohi ra-ra, ohi-ohi ra-ra. O'Higgins de Rancagua!" Hasta siempre, capos de provincia. 

foto: www.latercera.cl


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