lunes, 2 de septiembre de 2013

Colo-Colo es Chile.


Los romanos intentaron por muchos años ser una civilización acorde al imperio que ostentaban, trataron por todos los medios conocidos y no tan conocidos entregar un legado a la humanidad.  El derecho, su República y su sistema de alcantarillado son los regalos que siglos después seguimos apreciando día a día. Pero a pesar de lo valorable de la herencia romana, había en el vasto imperio un dicho que resonaba casi como un refrán “El corazón de Roma no late en el mármol de su senado, sino que en la arena del Coliseo” es que la plebe iba en masa a los juegos organizados por el César y jamás al corazón del poder legislativo.

            Ayer domingo mientras veía como un grupo de hinchas vestidos con colores blanco y negro se enfrentaban a una muralla de hinchas del mismo equipo pero vestidos de verde mandados a defender a un grupo de personas que tienen oficinas en el estadio Monumental, que definen a quienes tendrán el honor de ocupar la casaca blanca, ocupan chaquetas con un Mapuche en el lado izquierdo del pecho pero que son hinchas de otros equipos y no saben lo que es Colo-Colo. Pensaba en que el corazón de esta sociedad, de nuestra sociedad, no late en el parlamento de Valparaíso sino que en la arena de Macul, ahí está el amor propio que le queda al chileno, ahí aloja la razón de que la marraqueta sea más grande o más chica, la razón de que el té sea más dulce o tan amargo como el mate. En Pedrero existe una razón suficiente como para manifestarse cada fin de semana.

            Lo que está pasando en Colo-Colo es el reflejo de lo que ocurre en nuestro país: una descoordinación brutal entre los que mandan y los que tienen que sufrir esas decisiones, un grupo de carabineros que deben defender lo indefendible, trabajadores  estresados y presionados (el equipo) que perdieron la confianza, y un jefe directo que no habla ni se expresa, un grupo de indignados que no entiende cuan díficil es hacer las cosas medianamente bien. Pasa en Chile y pasa en Colo-Colo.

            Las razones las sabemos todos, hemos visto esta crónica de una muerte anunciada desde hace 3 años, con payasos como DT, con jugadores inflados, dirigentes  irresponsables que buscaban la imagen y réditos que lleva dirigir el equipo más popular de la comarca. El problema es que equivocaron el cálculo y el tiro les salió por la culata, hoy su imagen es de hombres millonarios que le quieren quitar la única alegría a la gente. Creyeron que sería fácil, ilusos.

            Colo-Colo es amado por su gente, nació como una rebelión de un grupo de jóvenes contra el egoísmo de los apernados de Magallanes, es el equipo de David no el de Goliat, es el equipo que atrasó el golpe de estado de 1973, es el equipo por el que late el corazón del pueblo, es el equipo que ha sabido ser campeón, es el equipo de la libertadores del ´91 y del robo del ´73, el equipo de Chamaco y del chino Caszely. Y ahí está agonizando frente a nuestros ojos y corazones y me pregunto: ¿No haremos nada? ¿En verdad pecaremos por omisión?. No fuí no soy ni seré colocolino pero llamo a cuestionarnos nuestro papel en este momento histórico, no podemos quedarnos de brazos cruzados porque Colo-Colo…porque Colo-Colo es Chile.

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